La "Casa del Cura"

Se construye en el siglo XVII situándose en el enlace de la calle Postes y la Solana Alta, próximo a la Iglesia, pero en una posición más elevada.

Se trata de un edificio relevante. Frente a la casa, hoy en día se produce un ensanche de la calle, fruto de la evolución del trazado viario, que muestra la existencia de una antigua plaza, lo que refuerza esa interpretación y lectura de edificio singular.

Para afianzar esta idea solo hay que mirar hacia la puerta principal, donde se encuentra un elemento que llama la atención: un escudo heráldico o blasón, colocado en la clave del arco de la entrada, bajo el frontón que cubre este acceso.

El escudo perteneció a la familia Quiñones de Benavente. Aparecen en Valdelaguna en el siglo XV, haciendo algo significativo en el pueblo: la realización, en la Iglesia, de la antigua capilla de Santa María de la Blanca, donde recibe sepultura Fernando Díaz de Quiñones.

En algunos escritos se les atribuye además la construcción del edificio que se estudia lo que crearía una incongruencia histórica.

Otro importante personaje hace su aparición en estas tierras en el siglo XIX: la figura de Manuel Godoy, haciéndose presente precisamente en esta casa, que también se conoce como “Casa de Godoy”.

Según algunas fuentes la casa perteneció al susodicho, mientras que otras argumentan que se usó para el disfrute de su hija, Carlota Luisa de Godoy y Borbón, en uno de sus matrimonios, antes de vivir en el exilio.

Se dice que este edificio hacia función de casa residencial, mientras la Casa Grande se usó como caballerizas, siendo también de su posesión.

Siempre se relaciona la Casa del Cura con la Casa Grande y la Iglesia, y no es casual, ya que podría existir un vinculo de conexión cronológico entre ellos, puesto que en los tres edificios se actúa arquitectónicamente en un mismo periodo de tiempo, entre el siglo XVI y XVII. En el caso de la Iglesia como reconstrucción y rehabilitación, y el de la Casa Grande es posible
que también. Lo que no hay duda es que en esas fechas, el pueblo vive un gran acontecimiento, quedando reflejado en estas importantes edificaciones.

Punto de vista arquitectónico

Se trata de una fuerte construcción realizada en piedra.
Se levanta mediante un grueso muro de mampostería vista, reforzado en las esquinas y apoyado sobre un robusto zócalo de sillares labrados de piedra de la cantera de Colmenar de Oreja. Para rematar la fachada un alero de ladrillo y un tejado a dos aguas, que vierte hacia la calle y al patio interior. Se piensa que data del siglo XVII.

Aunque no hay datos que lo aseguren, podemos obtener a partir de la lectura del edificio una aproximación de esta fecha. Uno de los elementos que nos ayudan a hacerlo, es el alero de ladrillo. Éstos comienzan a usarse en el siglo XVII, razón por la cual, la construcción no puede ser anterior. Esta manera de ejecutarlo tiene como fin abaratar y buscar una solución más económica, cambiando la madera por el ladrillo. Posteriormente se pone de moda, y es lo que se utiliza a la hora del diseño.

También si tenemos en cuenta la manera de ejecución, encontramos grandes similitudes constructivas con otro edificio de Valdelaguna: la Casa Grande, lo que nos lleva a pensar que son edificios coetáneos.

En las fachadas vemos dos líneas de ventanas, las que corresponden a una sala situada en planta baja, semienterrada en la zona norte, y la que corresponde a la vivienda, en la primera planta.

Siempre estas ventanas, se realizan encuadradas en piezas de piedra. Éstas no solo tienen función estética sino estructural, ya que se encargan de mantener el hueco abierto, y distribuir las cargas del muro.

El acceso se produce por la fachada principal, que da al este. Se abre una gran puerta de orden neoclásico que ocupa toda la altura de la fachada. Posee un arco de medio punto y se colmata con un frontón.

Como ya se vio anteriormente, el escudo heráldico se encuentra en la clave de dicho arco, labrado en la misma piedra.

Tras cruzar estas puertas, encontramos un espacio cubierto y después de atravesar un segundo arco, esta vez de ladrillo y no menos interesante, encontramos el patio interior, por el que se accede a la vivienda y otra dependencia que se comunica con el sótano.

La residencia se desarrolla solo en una planta. Ha sufrido muchas modificaciones por la presencia de cada párroco que ha visitado el municipio; actualmente está conformada por un hall de entrada, un despacho, una sala de estar, tres dormitorios, dos baños y una cocina. Bajo ella, existía un espacio diáfano, que se ha dividido en dos grandes zonas, colocando unos baños en la parte central. Pero en su diseño inicial, éste espacio se destinaba a la bodega de la casa. Posee ventanucos a modo de respiraderos, partes abovedadas, y se accede también desde la calle por la fachada sur.

Mirando detenidamente el edificio, uno puede plantearse muchas preguntas, como: ¿por qué tiene esa planta?, ¿por qué la puerta principal se sitúa tan desplazada en el alzado este y no centrada?, ¿por qué no guarda un diseño simétrico de fachada?, etc. Es curiosa la forma que tiene la casa, como si estuviese inacabada, o fuese solo una parte.

Lo más lógico es que una casa de estas características quedase cerrada por los cuatro lados. Quizás, se quedo a medio terminar, realizando sólo una parte inicial, y nunca acabándola; o el proyecto sólo buscaba esta forma, que aunque rara, cubre las necesidades de una vivienda.

© Jorge Sánchez de las Peñas, 2012.